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CABRA

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(CO). Ciudad de la Comarca del Subbético cordobés de 20.724 h. en un municipio de 229 km2, a 72 km. de Córdoba.

Situación.  Se localiza a 448 m. de altitud en las estribaciones occidentales de la Sierra de Cabra "cuyo carácter calizo produce abundantes acuíferos", a orillas del río de igual nombre, en un fértil valle, que explica su historia y la economía actual. También incide en ambas su posición central en Andalucía, nudo de comunicaciones y la mejora reciente de sus carreteras hacia el Valle del Guadalquivir y el resto del Subbético.

Historia. Suele hacerse derivar su nombre del griego Aigabro, cabra montés, y desde luego se conoce su importancia en la Bética romana, constituyendo el oppidum Igabrum, un destacado municipio "con casa de moneda y centro de explotación de mármol rojo", como se recoge en una inscripción latina que los vecinos de Igabro dedican a Apolo Augusto; o como refleja la estatua del dios Mitra del Museo Provincial de Córdoba. En época visigoda Egabrum constituye una sede episcopal (entre el siglo III y el XII), cuyos titulares asisten a varios concilios: Sinagio, quien asiste al Concilio de Elvira, es su primer obispo conocido; Juan asiste al III Concilio de Toledo (589), y al de Sevilla en 619 asiste otro obispo egabrense; Sansón en su Apologeticum  recuerda en 862 al obispo Riculfo.

Después continúa siendo un importante núcleo en la época andalusí, es capital de una cora o provincia califal, ya con el nombre actual de Cabra, que incluye el sur cordobés con núcleos como Lucena y Baena, más los castillos de Luque, Aguilar y Monturque, con una economía agraria basada en el olivar y la producción hortofrutícola. En el siglo XII el geógrafo al-Idrisi menciona el "fuerte de Cabra, comparable por su importancia a una villa, solidamente construido y situado en una llanura cubierta de caseríos y cultivos". Quedan numerosas huellas de la época, pues aun a principios del XVII hay en la ciudad casi 1.000 moriscos, según Lapeyre, que representan un porcentaje importante de la población.

Mediante pacto con sus habitantes, quienes siguen viviendo allí, conservando en un principio religión y costumbres, pasa a poder de Castilla por obra de Fernando III hacia 1240, que la entrega a su hermanastro don Rodrigo Alfonso de León, comenzando una historia de donaciones y cambios, como es frecuente en otras ciudades andaluzas. Así, salvo algún periodo en que pertenece a Córdoba, cae en manos del infante don Pedro, cuyo hijo la permuta a la  Orden de Calatrava por la villa de Olalla. En 1333 es reconquistada por el rey nazarí de Granada y, a mediados del siglo XIV, pertenece a la amiga del rey, doña Leonor de Guzmán. Enrique II otorga el título de conde de Cabra a su hijo natural don Enrique, duque de Medina-Sidonia, y en 1445 es propiedad de don Diego Fernández de Córdoba, mariscal de Castilla, uniéndose luego las casas de Sesa y  Altamira.

Para conocer mejor una típica agrociudad andaluza, donde se combina agricultura, industria, comercio y otras actividades, afianzando un centro comarcal, habría que detenerse en las noticias que sobre Cabra aparecen en el Diccionario  de Madoz de mediados del siglo XIX. Cuenta entonces con casi 10.000 h. en 1.350 casas, "por lo general bien construidas, sólidas y elegantes", en calles bastante limpias, con cinco fuentes públicas en el interior más tres en las afueras de las puertas de Baena, Priego y Plaza. Dispone de un Colegio de Humanidades, fundado en 1677, con un rector y ocho catedráticos, donde se estudia Filosofía, Matemáticas, Lengua francesa y Dibujo y de noche "tiene abierta una clase para la enseñanza gratuita  de matemáticas y dibujo de los artesanos que quieren concurrir". Existe un establecimiento literario denominado Obra Pía, donde se enseñan gratuitamente primeras letras, Caligrafía y Aritmética, entre otras materias, a unos 150 alumnos. Existe también una Sociedad Económica de Amigos del País, que desempeña un importante papel, sobre todo a principios del siglo XIX, impulsando talleres y artesanías.

Y, efectivamente, Cabra tiene hacia 1850 una notable actividad industrial, tanto que la agricultura "escasea de brazos suficientes para llevarla a más alto grado de perfección, con motivo de que es muy numerosa la clase de artesanos que se dedican a todos los oficios y artes mecánicas propias de una gran población; así que esta escasez se suple hasta cierto punto con gentes de la Alpujarra, sorianos, manchegos, y con trabajadores de Doña Mencía, Zuheros, Castro y Carcabuey".

La relación es larga: fabricación de cobre, cera, faroles, curtidos y paños; 15 telares, nueve molinos harineros, otras tantas fábricas de chocolate, 70 molinos de aceite (23 con prensa), destacando el del conde de Altamira   con una prensa hidráulica de gran potencia, y una serie de talleres menores ( carpintería, jabón, cerrajería, calderería, alfarerías, alambiques"), más tiendas de todo tipo: 16 de carpintería, "para obra fina y gruesa", cuatro boticas, tres confiterías, dos cafés"

Merece la pena traer el texto relativo a las exportaciones: "(") El comercio más principal y directo puede decirse que se hace con la plaza de Málaga. Se extrae la mayor parte de aceite para la anterior población, alguno para Castilla y aun para Granada y Valencia, cuando son cortas las cosechas de Levante; vino y vinagre para Córdoba y su campiña, aguardiente para Écija, Bujalance y provincia de Jaén; frutas y hortalizas para Lucena, Córdoba, parte de su provincia y de la de Sevilla; patatas para la de Málaga; sillas finas y bastas, puertas, ventanas y toda clase de madera labrada para la provincia y pueblos inmediatos; útiles de labor, como arados, ubios (yugos para uncir), piezas de carreta, etc. para Écija y otros puntos; piedras de molino para La Carlota y pueblos de las inmediaciones de Cabra; zumaque (producto de un arbusto, utilizado como curtiente por su abundante tanino) a varios puntos, y jaspes y mármoles para Sevilla, algunos pueblos de la provincia de Jaén, Málaga y otras partes. Hay ocho buenas tiendas de comerciantes, propiamente mercaderes, que se surten principalmente de Málaga, algunos artículos de Granada y Sevilla, y han principiado a recibir también géneros directamente por conducto de los comisionistas franceses de las fabricas de Lion, traidos de Marsella, y de este punto a Málaga". Es preciso resaltar algunas cosas de este relato: la cantidad de productos, la red comercial, especialmente en Andalucía, y la importancia del puerto de Málaga como centro.

La producción de aceite y, en segundo lugar, de vino se completa con cereales "insuficientes, pues se importan de Baena y otros pueblos de la Campiña" y frutas, de manera que de las 33.100 aranzadas de terreno, el 41 % es olivar, 32 de vides, 17 de sembradío y sólo un diez por ciento de monte. El agua, como ya se ha señalado, abunda y se registran 750 huertas, más 20 en el interior de la población,  "famosas por la abundancia y calidad de sus árboles frutales, que con ansia y empeño buscan los pueblos limítrofes y se aprecian sobremanera en Granada, Córdoba, Lucena y otros puntos, cuyas confiterías hacen de sus frutas, almíbares, conservas y dulces secos de la mejor calidad". Entre "las muchas y frondosas huertas" se halla una "que contiene un riquísimo manantial de agua medicinal", aprovechada en unos baños. En la ganadería destacan los caballos, "como en todos los pueblos de esta parte de Andalucía".

Como se puede apreciar, un centro de industria y comercio, como otros de la Andalucía del siglo XIX, cuyo fracaso, desmantelamiento, traslado o cualquier otra explicación de por qué no continúa y se desarrolla  está por resolver.

Plano urbano y monumentos.  El casco histórico, sobre todo los barrios de la Villa Vieja y el Cerro de San Juan, conserva el trazado callejero andalusí y las casas blancas combinan con el ocre del Barroco. En la parte alta se alza el castillo de los condes de Cabra, de origen árabe, donde, se dice, nace Enrique II y está preso el rey Boabdill.  Se mantienen la almenada torre del Homenaje, un gran salón de cúpula, el patio con claustro de dos plantas, lienzos de muralla y torreones. En el interior se halla la iglesia de  la Asunción, una antigua mezquita destruida, a excepción del minarete, por la orden de Calatrava, en la que destacan las columnas de mármol, el jaspe del altar mayor y el coro del siglo XVIII. Otros monumentos son la iglesia de San Juan "antigua catedral visigoda, al parecer sobre un templo anterior de la diosa Fortuna", la ermita de Santa Ana, con interesantes pinturas, y el convento de las Agustinas, que posee obras atribuidas a Mena y Montañés.

Asimismo, abundan las casas solariegas blasonadas, como el mismo palacio de los condes de Cabra, la casa natal del escritor Valera o la del Bachiller León; y en otro terreno cultural, la vivienda de Cayetano Muriel, Niño de Cabra, origen de un certamen de Flamenco, el Instituto- Colegio fundado en 1697 y el Centro Filarmónico egabrense, de 1904. Los parques y alrededores recuerdan los espacios verdes descritos en la época andalusí, como el parque municipal (1848), donde está el monumento a Juan Valera, o el de la Fuente del Río, donde nace el Cabra.

La expansión reciente de esta ciudad tiene lugar por la zona de San Francisco, donde, próximo a la estación de ferrocarril, se hacen promociones públicas de viviendas desde los años cincuenta del siglo XX. A ello se une la instalación del Hospital comarcal para generar un espacio urbanizado, prácticamente unido ya al núcleo histórico.

A 15 km. se encuentra la ermita de la Virgen de la Sierra, en el Picacho, o cima de la Sierra de Cabra, a 1.223 m. en el llamado Balcón de Andalucía, paraje natural de gran belleza. La patrona de la ciudad es bajada para las fiestas de septiembre y durante el año es objeto de varias romerías (Candelaria, Hortelanos, Comercio, Gitanos). Se conmemora también San Juan, y es célebre la fiesta de las "mudanzas", al acabar la recolección de las aceitunas, fruto, que sigue siendo protagonista en la economía egabrense y, como es lógico, da identidad a su gastronomía.

Economía, población y área de influencia.  Su término forma parte del parque natural de las sierras subbéticas, junto con otros municipios (Carcabuey, Doña Mencía, Iznájar, Luque, Priego, Rute y Sueros), constituyendo un espacio natural de gran valor ecológico y paisajístico. Desde el punto de vista agrícola sobresale la producción de aceituna (33.400 ha), tanto en regadío como en secano, fruto de una arraigada tradición en la zona. A mucha distancia destaca el cultivo de cebada y de ajos.

Como cualquier agrociudad, la población de Cabra experimenta un retroceso notable desde la segunda mitad del siglo XX hasta comienzos de los años ochenta, consecuencia de la crisis agraria existente durante las décadas sesenta y setenta, pasando de 21.115 h. en 1960 a 20.073 en 1981. En 2003 cuenta con 20.724 h., observándose de nuevo en estos últimos años una tendencia a la recuperación; así, el incremento relativo de la población del año 2003 es ligeramente positivo (0,08%). Pero, debido al comportamiento del movimiento migratorio y a la evolución de la población total en las últimas décadas, la estructura por edades se caracteriza por presentar rasgos que están próximos al envejecimiento (la población mayor de 65 años representa el 18,18% ).

Cabra forma parte de la red de ciudades del subbético (Lucena, Priego, Puente Genil) de larga tradición urbana, a la que cabría definir como un potente y dinámico sistema de base económica de orientación primaria; en la que recientemente se ha generado un desarrollo industrial de tipo local, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX tal como se ha referido anteriormente. Este sistema tiene, además, la función de articular el espacio andaluz junto con las capitales de provincia y otras ciudades de peso poblacional parecido, especializadas en el turismo y/o la industria.

Efectivamente, Cabra, aun cuando conserva un marcado carácter agrícola "trabajan en este sector 1.518 personas en el 2001", tiende a diversificar su economía incorporando nuevos sectores industriales (agroalimentaria, confección, textil, cuero y calzado, madera, materiales construcción) contando con 182 establecimientos (2003) de tamaño medio y pequeño. La disponibilidad de nuevos suelos industriales según el plan general de ordenación urbana, el mayor dinamismo empresarial y el establecimiento de medidas por parte del ayuntamiento para la atracción de inversiones, hace vislumbrar ciertos cambios futuros en la estructura industrial.

La actividad terciaria va ligada a la función de lugar central dominante y de ciudad media, sobresaliendo el sector comercial con 567 establecimientos (2003), seguido a distancia de la construcción (188 ) y la hostelería (114). El desarrollo de los servicios públicos (centro de salud, partido judicial, centros de enseñanza, registro de la propiedad, etc.) han fortalecido el dinamismo de la terciarización. Por otra parte, se está produciendo una expansión moderada del turismo a consecuencia de la creación del parque natural, que ha provocado la aparición de empresas de ocio y tiempo libre ofertando distintas actividades (senderismo, equitación, rutas turísticas, etc.). Y, en segundo lugar, el turismo cultural comienza a destacar por la presencia del barroco cordobés (existente también en Priego, Lucena, etc. ) con monumentos de interés e importantes yacimientos arqueológicos. Todo este conjunto de actividades ha dado como resultado el que la renta familiar disponible por habitante se localice entre 8.100 y 9.000 euros (2003), situándose ligeramente por debajo de la media andaluza (9.500 euros).

El mercado laboral cuenta con una oferta de mano de obra de 8.933 personas (2001) de las que 7.336 constituyen la población ocupada; por consiguiente, la tasa de actividad es elevada 54,6; si bien entre 1981 y el 2001 la actividad femenina es la que más se ha incrementado, pasando de 14,3 en el primer año a 42,3. Por otro lado, existe una importante colectivo de población que trabaja de forma eventual (1.603 en 2002). A ello se debe sumar el que los recursos humanos del municipio se caracterizan por una cualificación y una especialización que debería ser mejorada.

Por último, Cabra se encuentra muy bien comunicada a través de las carreteras: la CCA-340 (Puente Genil, Lucena, Cabra, Carcabuey, Priego" llega a Granada) importante vía que cruza la comarca en sentido trasversal y la CCA-386 (Monturque-Cabra ), que constituye uno de los accesos de las Subbéticas por el suroeste, o la A-318. [ Gabriel Cano  / Rosa Jordá Borrell ].

 

 
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