(JA). Comarca que se sitúa en el extremo noroccidental de la provincia de Jaén, en el límite con Córdoba, englobando los términos municipales de Andújar, Arjona, Arjonilla, Escañuela, Higuera de Arjona, Lopera, Marmolejo y Villanueva de la Reina, sobre una extensión de 1.676 km 2 , de los cuales algo más de la mitad (57,4%) corresponden al término de Andújar, uno de los más extensos de toda Andalucía.
Los criterios utilizados para la delimitación de esta comarca y los municipios que en ella se integran vienen avalados por la potencia funcional de un centro comarcal nítido en la ciudad de Andújar, que extiende su influencia sobre el resto de municipios gracias a una intensa red de flujos, en base a una amplia oferta de servicios, equipamientos y productos. Asimismo, existen razones históricas que permiten fundamentar una organización territorial de carácter comarcal sobre este espacio, caso de la formación de un Corregimiento en el siglo XVIII, siendo la ciudad de Andújar cabecera judicial desde 1834, coincidiendo en la actualidad el área funcional con la demarcación de partido judicial. Otras variables podrían aludirse como estudios y comarcalizaciones realizados, tanto por instituciones (Ministerio de Educación y Ciencia, Junta de Andalucía) como por investigadores, quedando así definida esta comarca como un área funcional, localizada en la Sierra Morena jiennense.
La comarca de Andújar presenta gran parte de su territorio caracterizado por el paisaje dominante en Sierra Morena: una sucesión de sierras de mediana altitud "desde los 500 a los 1.290 m." en un excelente estado de conservación, a consecuencia de una bajísima ocupación del espacio, lo que permite su protección y conservación bajo la figura del Parque Natural de las Sierras de Andújar (Ley 2/89 de Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía), y, es además, zona de Especial Protección para las aves. En un entorno que se extiende sobre 60.800 ha se aprecia una gran riqueza y biodiversidad, dominado por un ecosistema típicamente mediterráneo, donde predominan grandes masas forestales de encinas, quejigos y alcornoques, con pequeñas manchas de pino piñonero y un denso sotobosque formado por romero, jara, lentisco y madroño. Esta riqueza vegetal da lugar, a su vez, a una rica fauna donde merece especial mención la existencia de especies en peligro de extinción como el lince y el águila imperial, junto a otras tan importantes como el lobo, buitre negro, alimoche, jabalí, ciervo, muflones o gamos.
Respecto a la red hidrográfica, sobre este territorio discurren importantes ríos y arroyos que avenan las escorrentías de las sierras hacia el Guadalquivir, y que en algunos casos son origen de abundantes recursos hidráulicos, como los embalses del Jándula y el Encinarejo y el pantano de Marmolejo. Todo el conjunto comarcal se caracteriza por un clima mediterráneo continental, con precipitaciones anuales entre 500 y 700 mm., y unas temperaturas moderadas, en torno a los 15-17º de media anual. Los inviernos son algo más fríos que en el valle y excepcionalmente pueda llegar a nevar. Con estas condiciones climáticas y un relieve de rocas paleozoicas (metamórficas e ígneas), se forman suelos débiles, poco profundos, de clara vocación forestal (explotación del corcho y madera) y de forma marginal, ganadera.
A la altura de los municipios de Marmolejo y Andújar, en la parte meridional de las sierras, la topografía se hace más suave, configurando terrenos de campiña, con suelos de tipo calizo-margosos y arenosos-margosos, más profundos y aptos a la agricultura que se inclinan hacia el valle hasta confundirse con las vegas del Guadalquivir, con unos suelos aluviales que permiten unos cultivos intensivos de regadío, aunque éstas no alcanzan en extensión una relevancia importante.
Tradicionalmente, este paisaje sufre una intensa ocupación y transformación por el hombre, siendo hogar de sus moradores que en las proximidades del gran río se establecen y construyen sus núcleos de población, aprovechando además su posición estratégica para trazar la más importante vía de comunicación entre el valle del Guadalquivir y la meseta, en la actualidad ocupada por la autovía de Andalucía (N-IV) y anteriormente por el Camino Real. Y, asimismo, por la red ferroviaria que conectaba Sevilla y Madrid por el paso de Despeñaperros, hoy claramente afectada por
la gran competencia generada por la línea de Alta velocidad Sevilla-Córdoba-Brazatortas-Madrid. Por el contrario, este diseño hacia fuera de las comunicaciones perjudica las comunicaciones intracomarcales, cuya red viaria presenta evidentes carencias en el firme y en el trazado, dificultando las conexiones entre los diferentes núcleos de población.
Este conjunto de variables (relieve, clima, comunicaciones, suelos) facilita que la población haya tendido, desde siempre, a localizarse en las proximidades del río Guadalquivir, cuyas vegas y campiñas dan paso a la construcción de núcleos urbanos y redes de comunicaciones. La trama de asentamientos se caracteriza por una clara dualidad, siendo casi inexistente en las sierras de Andújar, lo que le confiere una situación de desierto demográfico, con bajísimas densidades de población y, por tanto, con una acusada desarticulación territorial; y aquella otra localizada en torno al eje conformado por el río y las vías de comunicación (carretera y ferrocarril), que actúan como elementos organizadores y articuladores del territorio, contribuyendo a desarrollar en estos núcleos una morfología lineal en sus tramas urbanas. Por lo general, son núcleos de pequeño tamaño, con la excepción de Andújar, ciudad próxima a los 40.000 habitantes (tercera ciudad jienense), que tanto por su tamaño como por el dinamismo de sus actividades económicas y la potencia funcional como centro de servicios le confieren un indudable papel de centro de esta área. En su conjunto la comarca presenta una enorme polarización demográfica allí donde las condiciones del medio (topografía, suelos, infraestructuras...) mejoran sustancialmente, originando unas densidades de población altas.
Los rasgos demográficos de esta población muestran diferentes pautas. De una parte, se encuentran municipios con elevadas pérdidas relativas de población, coincidentes con su pequeño tamaño nuclear y un mayor envejecimiento de sus habitantes (Escañuela, Higuera de Arjona y Villanueva de la Reina), y de otra, municipios que en los últimos diez años apenas han sufrido variaciones, aunque éstas han sido hacia una ligera disminución de su población (Andújar y Arjonilla). Por último, el resto de núcleos (Arjona, Lopera y Marmolejo) sufren moderados incrementos, fruto de una mayor dinamismo socioeconómico. Desde la perspectiva de la estructura por edades, resulta una población relativamente joven y, en todo caso, sus índices son correlativos con la media andaluza. No ocurre lo mismo en la población ocupada por sectores, que muestra una gran dualidad entre la capital comarcal, donde predominan los sectores industriales y de servicios (aunque éste aún poco desarrollado, con cifras relativamente bajas del 49%), y el resto de la comarca donde la mayoría del empleo se ocupa en las actividades agrarias (48% de la población ocupada).
Las actividades económicas del sector primario, también inicialmente están marcadas por la dualidad de paisajes en la comarca, condicionando unos usos y aprovechamientos muy marcados y diferenciados. Así, en el Norte, donde domina el bosque mediterráneo, las principales actividades, ya desde antiguo, se centran en el aprovechamiento de los recursos forestales, especialmente en la explotación del corcho de los alcornocales y en la leña resultante de las labores de limpieza del monte, tanto de las masas de encinares como de los pinares de repoblación. Junto a ellas, encontramos una actividad en alza como la cinegética, centrada en la montería del ciervo y del jabalí, y desarrollada en un gran número de cotos que se extienden por la Sierra Morena y del que cabría destacar el Coto Nacional de Selladores-Contadero.
Por el contrario, en las tierras meridionales de campiñas y vegas en torno al río Guadalquivir los usos agrarios son los dominantes, aunque también presentan una clara dualidad; centrados en los cultivos de secano, mayoritarios en las primeras, y en los de regadío, en las segundas. Éstos se extienden por la zona regable de las Vegas Bajas, puestas en servicio a finales de los años cincuenta, sobre una extensión superior a las 6.000 ha.
El sector agrícola es el principal motor económico de la comarca, con un dominio generalizado de los cultivos leñosos de olivar, tanto en secano como en regadío, mientras que los herbáceos en secano tienen una presencia baja, caso del trigo, o marginal, como en la cebada. En regadío, aunque en escasa medida, también se hallan frutales, si bien el algodón es el cultivo que más crece dentro de esta modalidad. En ambos casos, no obstante, predomina la agricultura de carácter extensivo y de explotación familiar.
Con este escenario no es extraño que las principales actividades industriales estén fuertemente ligadas a la transformación de los productos agrarios, y las de servicio a su comercialización y venta. Merecen destacarse por su importancia social y económica las cooperativas productoras de aceite, en grandes almazaras, que venden y comercializan tanto para sus cooperativistas como para el exterior. Sin embargo, a pesar de su peso económico y social, y de su importancia como sector estratégico adolece de carencias en equipamientos e infraestructuras que permitirían añadir mayor valor a las producciones olivareras. En este caso, surgen algunas trabas a la mejora en la eficiencia del sector, como su atomización o, en su caso, la menor dimensión de las estructuras de producción, que minimiza el impacto de un mayor desarrollo socioeconómico.
Asimismo, la debilidad del tejido industrial y su escasa entidad también es palpable en el resto de actividades: industria maderera, artesanía alfarera, confección textil, empresas auxiliares de construcción, donde por lo general y en su gran mayoría (más del 90%) aparecen establecimientos industriales de menos de cinco trabajadores, siendo Andújar la que concentra los mayores establecimientos (46 de más de 20 trabajadores), la mayoría dedicados a actividades agroalimentarias y al textil, y con una posición relativa (establecimientos por mil habitantes) muy superior al resto de la comarca (57,6 frente a 44,0) e incluso a la media andaluza (52,7).
En lo concerniente a las actividades de servicios, éstas en gran medida se organizan según el tamaño de los núcleos para satisfacer la demanda propia de su población, salvo en el caso de Andújar que, como capital comarcal, localiza gran número de servicios públicos (centros de salud, partido judicial, notarías, registros de la propiedad, oficina comarcal agraria y centros de enseñanza) de gran poder de atracción para el resto de la población comarcal. Junto a ello, se beneficia además de su situación estratégica en una vía de comunicaciones tan importante que permite un mayor desarrollo de sectores como la hostelería y el turismo, el comercio o los transportes.
La ciudad de Andújar es un importante núcleo urbano con un rico pasado, que se manifiesta en su gran riqueza monumental, en un entorno de calles, casas y plazas plenamente identificadas en el rico legado cultural andaluz. La situación estratégica de la que goza origina desde la antigüedad el deseo por conquistarla y, como tal, quedan grandes muestras arquitectónicas de sucesivas culturas que sobre ella se asientan. Merecen destacarse el puente romano sobre el Guadalquivir; las torres defensivas musulmanas conocidas como Torreón de la Fuente Sorda y la Torre de Tavira; edificios religiosos como la iglesia gótica de Santa María y la renacentista de San Miguel, y edificios civiles como el Palacio de Cárdenas o el Ayuntamiento. Especial mención merece, por su interés religioso y turístico, la romería de la Virgen de la Cabeza, cuyo Santuario a 33 kilómetros de Andújar, en plena Sierra Morena (en el entorno del cerro del Cabezo), acoge cada año desde el siglo XIV, y en el último domingo de abril, una gran multitud de fieles.
La organización y articulación de este territorio gira en torno a un centro muy acusado en la ciudad de Andújar, cuya capacidad económica, tamaño demográfico y nivel de servicios, junto a su posición estratégica en la autovía de Andalucía y su alejamiento de otros centros subregionales, permite potenciar aún más su papel de cabecera comarcal, debiendo las diferentes administraciones públicas aprovechar esas ventajas mediante una política de inversiones en infraestructuras y equipamientos, de carácter industrial y en servicios públicos, que fomente e induzca, a su vez, al sector privado a invertir y mejorar sus instalaciones y externalizar sus producciones. Sin embargo, para ello deben mejorar sensiblemente las redes viarias intracomarcales y su función de conexión entre los diferentes núcleos.
En este sentido un aspecto que podría resolver carencias, mejorar equipamientos e impulsar un crecimiento socioeconómico en la comarca, así como generar una mejor articulación territorial, podría realizarse aprovechando la experiencia asociativa agraria, tanto desde la iniciativa privada como desde las administraciones públicas. Un primer intento podría ser el que se está llevando a cabo mediante el grupo Proder Asociación para el desarrollo de la Campiña Norte de Jaén (Prodecan), que aunque engloba a municipios de varias comarcas tiene entre sus principales estrategias las de detectar los problemas y las posibilidades reales de desarrollo endógeno de la zona. Se podría constituir al igual que se hace en el resto de Andalucía, con gran relevancia por cierto, una mancomunidad de municipios de la comarca cuya función podría ser, entre otras muchas, la de desarrollar e impulsar programas de desarrollo comarcales, programas de servicios sociales o iniciativas locales de empleo entre otros; en fin, canalizar, impulsar y ayudar al desarrollo socioeconómico de la comarca.[ Javier Navarro Luna ]
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