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CHICLANA

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(CA). Ciudad de 65.694 h. y 203 km 2  de término, a 24 km. de Cádiz y a 17 m. de altitud.

Situación. Chiclana se localiza al sur de la Bahía de Cádiz, a unos ocho km. de la playa, pero hace poco tiempo (en términos geológicos) que el terreno de su emplazamiento está en la misma orilla de una extensa entrada marina desde las actuales Rota a Sancti Petri, sobresaliendo como islas lo que después es Cádiz y San Fernando.

Hace unos 5.000 años una subida del mar (la transgresión flandriense) marca ese máximo, que después retrocede y se va rellenando con aportes fluviales (Guadalete, Zurraque, Iro") y la remoción de arenas por la dinámica litoral (olas, corrientes y mareas). En las actuales imágenes de satélite se aprecia la existencia de ese antiguo estuario aterrado (que hoy son marismas con caños y esteros, y que marca aproximadamente la carretera de Puerto Real a Chiclana), así como las barras desde el tómbolo gaditano a La Barrosa, apareciendo esta parte al sur como una especie de antigua albufera rota por el caño de San Pedro.

Tales espacios abiertos, hoy protegidos, cuentan en su historia, así como con la cercanía del núcleo al mar, la existencia de buenas playas (La Barrosa y Sancti Petri), unas aguas termales en tierra firme y su proximidad a la capital, aislada y de expansión limitada. Además, participa, al menos su zona costera, de la posición geoestratrégica de la Bahía y el Estrecho de Gibraltar en sentido amplio

Historia.  Si las condiciones físicas expuestas explican bastante su pasado y presente, también esas zonas anfibias justifican un tardío origen del núcleo, aunque en su término, tanto en la costa como en el interior, se hallan restos prehistóricos (Paleolítico y Calcolítico), fenicios, púnicos y romanos, que se encuentran en el Museo Arqueológico de Cádiz. Mención especial merece el islote de Sancti Petri, en la desembocadura del caño, donde bajo el castillo del XIII quedan restos más antiguos (probablemente de un templo a Hércules). Punto estratégico de entrada a la Bahía, visitado por contendientes, como Anibal o, después, Julio César. Las monedas romanas atestiguan con sus figuras de peces la actividad de este litoral.

La fundación del núcleo data de 1303, en un despoblado cedido por el rey Fernando IV a don Alonso Pérez de Guzmán, marqués de Medina Sidonia, a cuyo señorío pertenece hasta finales del XIX. Debe ser un pequeño pueblo, que empieza a prosperar a raíz del comercio de Cádiz y su Bahía con América, iniciándose la crianza y exportación de vinos, una de las riquezas de esta tierra. En los siglos XVII y XVIII se acrecienta ese desarrollo con el traslado de la cabecera de las flotas (1680) y la Casa de Contratación (1717) a Cádiz y tienen lugar grandes cambios en el paisaje urbano y rural chiclanero. De esa época son las iglesias de San Martín, la del convento de Jesús Nazareno y la de San Telmo, así como la conversión en parroquia de una antigua ermita de San Sebastián. En la segunda mitad del XVIII se alzan importantes edificios civiles, promovidos por la burguesía gaditana, que invierte en viñedos, olivares, huertas y pinares y propicia una expansión agrícola.

Tenemos una noticia importante del viajero francés Barón de Bourgoing en 1772, que se cita aquí porque indica muy bien una de las razones del crecimiento de Chiclana. "Lugar de solaz y esparcimiento para los gaditanos, ya que el emplazamiento de su propia ciudad, demasiado pequeña  para sus 80.000 almas y rodeada por el mar casi por todas partes, reduce a poca cosa los placeres del paseo. A un cuarto de legua de la Puerta de Tierra vuelve el terreno a ser  estéril en varia leguas a la redonda, si exceptuamos algunos huertos cercanos a la Isla de León, en que se ha remediado la aridez con riegos frecuentes". Se está refiriendo a la zona marismeña, que es, como se sabe, salina, dando una mayor impresión de sequedad. Pero el viajero continúa su relato. "Los gaditanos van a Chiclana para solazarse. Con viento y marea favorable no se tarda más de dos horas. Allí tienen muchos comerciantes de Cádiz sus fincas de recreo, que han hermoseado con el umbroso follaje del que tanto lamentan carecer en la ciudad. La estancia en Chiclana es especialmente agradable en primavera y otoño. Las gaditanas, que unen todo el encanto de una mujer andaluza a unas costumbres muy sociables, animan la estancia en Chiclana con banquetes, bailes y conciertos; con toda la ostentación de su lujo y el refinamiento de su tocado". No es difícil relacionar estas últimas costumbres con una zona marítima, abierta, cosmopolita y comercial.

Turismo en el XIX. En la Guerra de la Independencia estas costas ponen en valor su posición geoestratégica, sobre todo el mencionado castillo de Sancti Petri, con derrota de la tropas francesas en la llamada batalla de Chiclana en marzo de 1811. Tras la ocupación gala, la ciudad tarda en rehacerse, hasta que en la segunda mitad del siglo XIX, la gente adinerada y la nobleza vuelven a hacer de esta localidad su lugar de vacaciones y de curas, en los balnearios de Braque y de Fuente Amarga. Se produce también por entonces un gran relanzamiento de sus vinos. Según las noticias recogidas en el Diccionario  de Madoz, hacia 1850, se localiza en dos colinas, separadas por el río Iro, donde se asientan los barrios de Banda y del Lugar. "Goza de buena ventilación, hermosos cielo, clima muy templado y estremadamente saludable, por cuyas circunstancias y las de sus ricas aguas potables y minerales, es un verdadero sitio de recreo para las gentes acomodadas de Cádiz, que van a distraerse de continuo de sus tareas mercantiles. Esto ha hecho que la agricultura, la industria y el comercio de esta población se fomenten de una manera bien rápida y que ocupe un lugar preferente entre otras que la rodean: es muy agradable la perspectiva que presentan sus hermosos edificios, todo de piedra sillería y muchos de ellos de moderna construcción, edificados por los propietarios de Cádiz con solidez y gusto, y hermoseados con espaciosos jardines, distinguiéndose entre ellos los de los señores Larrú, Campana, Retortillo y Lizaur. Consta aproximadamente de 2.000 casas, blancas como la nieve, interior y exteriormente, pintados de diferentes colores su herrage y maderas, y ostentando un aseo y limpiezas admirables". Sin embargo, la cifra de 21.046 h., muchos para el momento, no concuerda con el número de casas, ya que el índice de entonces estaría como mucho en cuatro, arrojando 8.000 h; incluso demasiados contando los veraneantes.

La agricultura estaba muy centrada en la vid, de la que se registran 2.000 aranzadas en tierras albarizas (muy propias para este cultivo, como es conocido) y se producen  unas 100.000 arrobas de vino, exportado en su mayoría a América, existiendo 25 o 30 bodegas, "muchas de ellas de cabida de 500 botas". Por lo demás, había algunas producciones de trigo, insuficiente, hortalizas y frutas; ganado con dos buenas dehesas de pasto y también pesca en las almadrabas y caños, aparte de algunas fábricas y talleres.

Pero la otra gran riqueza de Chiclana son efectivamente los baños, "y si no fuera por el producto que dejan las gentes que concurren de varias provincias en la temporada de baños (1º de junio a fin de octubre), que puede graduarse en 40.000 duros, sería Chiclana uno de los pueblos de menos recursos de la diócesis". Se trata de las aguas sulfurosas de Braque en el extremo del pueblo y Fuente Amarga a una milla al sur, "donde concurren los bañistas a todas horas del día, especialmente muy de mañana", dadas las  virtudes medicinales que se le atribuyen, tanto para uso externo, como interno.

Las características anfibias de la zona quedan también reflejadas hacia 1850, citándose los brazos de San Pedro y otros, como el de Batiba que sirve de comunicación con San Fernando, mediante botes; y se mencionan asimismo barcas y puentes de madera. Tampoco se olvidan en la narración las lagunas de Geli, Paja y Rodeo, espacios protegidos hoy como Complejo endorreico de Chiclana.

En 1876 una concesión real le otorga el título de Ciudad y en la segunda mitad del siglo XX alcanza su mayor crecimiento demográfico, junto con un fuerte desarrollo económico, debido a una diversificación de sus actividades, sobre todo en el secundario y el terciario, conviviendo el ocio y el turismo con la preservación del medio ambiente (existen importantes espacios protegidos, como el Paraje Natural de la marisma de Sancti Petri y el mismo promontorio), por lo que cuenta con el mayor número de plazas hoteleras de la provincia de Cádiz.

Plano urbano y monumentos.  La parte más antigua del plano se halla dividida por el Iro en los tradicionales barrios de La Banda, a la derecha, y El Lugar, a la izquierda. Éste encierra la mayor parte de los monumentos y la vida comercial y de ocio, principalmente en invierno (en verano se anima la playa de la Barrosa) y, en general, tiene el inconfundible aire del paisaje urbano andaluz.

A pesar de su relativa juventud, siglo XIV, Chiclana presenta monumentos relacionados con las épocas de auge de su historia. El edificio religioso más antiguo es la ermita del Santo Cristo (siglo XVI), donde se conserva la imagen titular, a la que se atribuye origen mexicano. De la misma época son otros dos, ya muy reformados, la iglesia de San Sebastián y el hospital de San Martín. En la Plaza Mayor se encuentra la iglesia de San Juan Bautista, construida entre 1773 y 1814, según proyectos de los arquitectos Cayón y Benjumeda. De estilo neoclásico, es declarada Bien de Interés Cultural y en su interior se guardan dos cuadros de la escuela de Zurbarán. En la misma plaza se halla la Torre del Reloj (siglo XVIII), que forma parte del antiguo Cabildo.

No por casualidad los siglos XVII y, sobre todo, el XVIII son de auge en construcciones religiosas y civiles. La  iglesia y convento de Jesús Nazareno (1667-1674) es la obra más importante del Barroco en Chiclana, con portada de mármol de Carrara  y retablos en su interior. Del mismo estilo es la iglesia de San Telmo, en la que se deposita una Inmaculada del "Mulato" (Sebastián Gómez, discípulo de Murillo). Y también son del XVIII la ermita de Santa Ana (visible desde lejos por su ubicación), las casas palaciegas del conde del Pinar, de los Vea Murguía o de don Alejandro Risso (sobre la que se construye la Casa Consistorial en el XX) y el castillo de Sancti Petri, salvo la torre, que es del XVI.

La visita turística a la ciudad cuenta con otros reclamos; primero la situación, cerca del aeropuerto de Jerez, Cádiz, Algeciras y los pueblos blancos; las playas de la Barrosa (a 6 km. del centro, se alarga 8 km. en el Atlántico con una parte urbanizada y otra más natural) y la de Sancti Petri, en cuyo extremo nordeste se ubica el puerto deportivo. En las guías aparecen como hijos ilustres el naturalista Antonio Cabrera, el político y hacendista Mendizábal y los toreros José Cándido, Francisco Montés  "Paquiro" y José Redondo "El Chiclanero". Y también las fiestas de Carnaval, Semana Santa, Feria de San Antonio, Romería de la Virgen del Carmen y día de la Patrona. Asimismo, se cita la fábrica de Muñecas Marín, fundada en 1928, como representativa de la artesanía chiclanera.

Economía, planeamiento y población. Chiclana forma parte de la aglomeración de la Bahía de Cádiz (Rota, San Fernando, Puerto Real, El Puerto de Santa María y Cádiz), aunque hasta muy recientemente tiene dificultades para integrarse en esta comarca, ya que su vinculación se inicia por la necesidad que presentaba la metrópoli de nuevos recursos territoriales a causa de la escasez de suelo y de las características singulares de su emplazamiento. Si bien, este hecho está produciendo en Chiclana un fuerte impacto: primero, debido a la pobre ordenación urbana existente y a la proliferación de urbanizaciones residenciales y zonas industriales generadas por un proceso de descentralización. Y segundo, por el fuerte crecimiento de población experimentado.

Efectivamente, se trata en origen de un asentamiento rural emplazado en la orilla del río Iro, donde ese sistema radial base, de tipo rural,está sirviendo de soporte a los nuevos crecimientos urbanos desarrollados sobre un número reducido de elementos estructurantes. Por otra parte, la ciudad va creciendo a ambos lados del río Iro, lo que da lugar a problemas de articulación entre ambas áreas. Esta situación deriva hacia una considerable carencia de sistemas y espacios capaces de generar un crecimiento según un modelo de ciudad funcional y ajustado a las necesidades reales.

Por ello, el principal objetivo a conseguir en la planificación urbana de Chiclana es la reestructuración interna del núcleo, definiendo los sistemas generales más adecuados para mejorar la relación entre los asentamientos de las dos orillas del río. Complementariamente, se debe crear una oferta residencial urbana que articule social y espacialmente el municipio. Igualmente, es importante lograr que en las zonas turísticas del litoral se resuelva la falta de ordenación de los crecimientos y las dificultades de accesibilidad ante la carencia de estructura interna.

Ahora bien, tal como se indica antes, Chiclana experimenta un crecimiento poblacional muy fuerte no sólo en las últimas décadas, sino desde principios de siglo, pasando de tener 18.386 h. en 1950 a 65.694 en el 2003, con un incremento relativo entre 1991 y hoy de un 40%. Las causas hay que buscarlas en el aumento del crecimiento vegetativo generado hasta comienzos de los años ochenta y, más recientemente, en la inmigración y en el proceso de descentralización urbana aludido. Consecuentemente, este tipo de comportamiento poblacional da lugar a una población joven, donde el porcentaje de menores de 65 años (2003) representa el 9% y los menores de 20 años el 27,7% (2003), según el Instituto de Estadística Andaluz (IEA).

Por otra parte, Chiclana hasta hace una década contaba con los mayores niveles de población activa rural de la aglomeración de la Bahía y el sector de la construcción era y sigue siendo (4.338 personas en el 2003) la principal actividad de la ciudad según el número de empleos. En relación a la cantidad de establecimientos (2003) sobresale el comercio (1.507), seguido a distancia de la construcción (507), hostelería (426), servicios (411) e industria (290). Pero, en esa estructura económica todavía es importante el sector agrario, con predominio de los cultivos de regadío (5.700 ha en el 2002), destacando principalmente las hortalizas, mientras que en el área de secano (unas 3.000 ha) sobresalen el trigo y el viñedo

Sin embargo, a pesar del crecimiento experimentado en la creación de empresas, fundamentalmente de servicios y construcción y en especial a través de la vía turística, la ciudad mantiene todavía relaciones de dependencia con Cádiz y San Fernando, y como se verá después, alcanza una elevada tasa de paro. Por ello la organización de funciones en el municipio se debe orientar hacia la reducción de dicha dependencia, fomentando la diversificación de la economía, a fin de mejorar las dotaciones locales de servicios y equipamientos públicos (instalaciones deportivas, parques, consultorios, etc), así como las comunicaciones, dado el intenso intercambio de relaciones de tipo social y funcional con las ciudades próximas. Así, aunque Chiclana se encuentra enlazada con los otros núcleos de la Bahía a través de la carretera N-340, y ésta en las proximidades de la capital se une a la N-IV, incrementando la conectividad de la ciudad, la primera vía debe ser desdoblada. De la misma manera, la carretera Chiclana-Medina Sidonia (necesaria para empalmar con la autovía Jerez-Bahía de Algeciras, A-381) conviene mejorarse igualmente.

Por otro lado, es importante conocer las características del mercado laboral para subsanar los problemas estructurales existentes. Así, Chiclana cuenta con una oferta de mano de obra de 25.750 personas (2001) de las que  19.319 constituyen la población ocupada; por consiguiente, la tasa de empleo no es elevada, ya que la del paro se sitúa en el 25% (6.431 personas en el 2003). Este hecho, unido al porcentaje de población joven existente, nos indica que el término tiene un mercado de trabajo reducido, que conviene incrementar, al mismo tiempo que es necesario reciclar  parte de esa mano de obra. [ Gabriel Cano / Rosa Jordá Borrell ].

 

 
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