(GR). Capital de la Costa Subtropical, a 100 m. sobre el nivel del mar, del que se distancia 3 km, y a 70 km de Granada. Tiene 108 km2 de término municipal y 56.605 h en el 2005.
Situación y emplazamiento. Se localiza en las estribaciones de la Sierra de Lújar * , de cara a una amplia llanura litoral mediterránea, Hoya de Motril, formada por los aportes del río Guadalfeo (procedente de las nieves del Mulhacén y el Veleta, con fuertes pendientes) que aprovisiona de agua esta zona, de escasas precipitaciones (unos 400 milímetros al año) y veranos secos. Desemboca a unos kilómetros al oeste de la ciudad, tras aprovechar una fosa tectónica, el Valle de Lecrín, que separa dos alineaciones montañosas y comunica la costa con la Vega Granadina, convirtiéndose el litoral y puerto motrileño en la salida natural de una amplia zona, que llega hasta Jaén y Córdoba con la nueva autovía.
Disfruta de un clima mediterráneo protegido de los vientos del Norte por la sierras de Lújar y Almijara más el murallón de Sierra Nevada, creándose un microclima subtropical (la temperatura media de enero no baja de los 12º C). Así que la oferta territorial es fundamentalmente agraria (de especies tropicales a partir de la época andalusí), de comercio y pesca, deviniendo recientemente en turismo y agricultura intensiva de extratempranos.
La Bética y Al-Ándalus. Este litoral es asiento de antiguas poblaciones y se han hallado restos de la Edad del Bronce y, también, se ha especulado sobre distintos nombres para atribuirlos al origen de esta ciudad, como el de Murgi. Lo cierto es que esta costa centra la rutas del Mediterráneo occidental cuando existía un comercio desde el legendario Tartessos, surgiendo hacia el VI a.C. una colonia púnica, con factoría de salazones, denominada Sexi, origen de la cercana Almuñécar, que, con Salobreña, tiene por entonces más preponderancia que Motril. No obstante en su castillo se han encontrado monedas correspondientes a la Bética romana.
Motril cobra importancia en la dilatada época islámica, en que recibe el nombre de Mutril o Mutrail, constituyendo al principio una alquería dependiente de Salobreña, dentro de la cora o provincia denominada Elvira en el Califato de Córdoba, cuya disgregación da lugar, con otras, a la taifa de los Banu Zirí granadinos. En el XIII formaba parte del reino Almohade de Granada y después del estado nazarita, época en que alcanza su esplendor.
Entonces (según Pascual Madoz a mediados del XIX) era una ciudad de 50.000 varas cuadradas, amurallada, con 2 puertas y dos postigos; 3 mezquitas, varios baños y un arrabal al oeste, defendido todo ello por un castillo ?de remota antigüedad, asentado en el cerro de la Virgen de la Cabeza, cuya subida era más inaccesible entonces que lo es ahora?. Se sabe que la alcazaba es residencia de Aixa al Horra, madre de Boabdil el Chico y que a finales del siglo XV la medina contaba con 2.000 h., dedicados a la agricultura, la pesca, la producción de seda y azúcar y el comercio. La principal actividad se basaba en huertas, moreras y caña dulce (especie ésta citada ya por al-Razí en el siglo X, durante el Califato de Córdoba), que se exportaba desde Málaga sobre todo, compitiendo con el azúcar de Oriente y, suponiendo esta costa un eslabón en el desplazamiento de esta especie hacia occidente y el Caribe. Es notable el equilibrio territorial de la agricultura andalusí en general y de Motril en particular, manteniendo el bosque y obteniendo gran rendimiento del regadío, que se procura armónico entre huertas, cañaverales y moreras.
Conquista y decadencia. Tras la caída de Baza, Motril, al igual que Almuñécar, se entrega en 1489 a los Reyes Católicos, permaneciendo allí la mayor parte de la población autóctona y consiguiendo unas capitulaciones favorables, que, como en otros sitios, no se cumplieron. Cuando se fuerza la conversión, una parte de los habitantes pasa a Berbería en 1507 (según Madoz), pero la mayoría se bautiza; y en 1516 eran moriscos los dos tercios de los motrileños, mientras que en 1547 poseían las tres cuartas partes de la propiedad y se mantienen al margen de la rebelión de las Alpujarras de 1569. No obstante, la población autóctona disminuye, aunque tras las expulsiones algunos quedan y otros regresan. Por el cercano puerto de Almuñécar embarcan moriscos echados del antiguo Reino granadino (aproximadamente las actuales provincias de Almería, Granada y Málaga), pero a mucho historiadores extraña las bajas cifras registradas (Según Lapeyre no llegan a mil en 1611), indicando lo que cada vez se va sabiendo más con investigaciones locales detalladas: que una parte de la población andalusí permanece.
Tampoco la colonización de cristianos viejos, algunos andaluces, es muy importante, dada la inseguridad de la costa por la existencia de corsarios; si bien Motril estaba a más de 2 km. del mar y contaba con buenos refugios y defensas. Del siglo XVI son alguna torres vigías y el castillo de Carchuna en medio de la llanura, además de reforzarse las murallas y la iglesia mayor de la Encarnación a modo de fortaleza. Pero la ciudad cambia poco, salvo la construcción del Santuario de la Cabeza sobre el castillo, demolido por los Reyes Católicos, o la transformación de mezquitas en iglesias.
La economía se transforma más, retrocediendo la morera y caña de azúcar, mientras se talan los bosques de encinas, pinos y robles, propiciándose un sistema ganadero y cerealista de secano. Madoz se refiere a la decadencia sedera (en relación a cuando la ?inteligente laboriosidad de los moros hizo estos árboles compatibles con otros cultivos?), de modo que de los 45.000 morales regulados en 1519 en la vega de Motril quedaban 2.640 en 1751 y apenas 4 en 1840.
Asimismo, cita la existencia de un amplio vergel de cañaverales en 1545 (?cuando la población se componía de tres cuartas partes de moriscos?) y 14 ingenios de azúcar, que se reducen a la mitad en 1647. No obstante Bertaut, 1659, de la corte francesa, observa que el valle cercano estaba todo lleno de cañas de azúcar y existían refinerías en Motril, llamadas ingenios si se machacaba la caña con ruedas y ?trapiche? si se hacía con pilones, extrañándose de que en la fábrica más grande se refinara el azúcar en grandes cubas hasta cuatro veces.
Las epidemias eran frecuentes en el siglo XVI y en especial la de 1679, ?que dura desde abril hata agosto y arrebata cerca de 7.000 h., dejando aniquilada la población?. ?Los campos de arroz en 1751, 1763, 1793 y 1843 causaron también epidemias?. En 1605 cita Madoz 713 vecinos y en 1750, 1.648, que, si aplicamos el índice 4.2 de mediados del XIX, serían 3.000 y 6.922, respectivamente; esto es, un crecimiento medio anual en torno al 6 por mil, que indica más bien emigración. No menos gravosos eran los impuestos (casi 200.000 reales de vellón a la Corona en 1585 y 173.000 ducados en 1642), añadiéndose a los más comunes el especial de moriscos en el Reino Granadino; aunque se reciben, como en otros lugares, títulos honoríficos, a modo de compensación: el de ciudad en 1643 o el de ?Muy noble y muy leal? en 1757. En la organización territorial pertenecía a la jurisdicción civil y municipal de Granada desde 1513 hasta 1643, en que se separa y se crea un corregimiento ?de capa y espada?; y en 1834 es centro de un partido judicial.
Motril a mediados del siglo XIX. Hemos citado varias veces el Diccionario de Madoz, que tiene una información más amplia de lo usual en otros lugares; quizás por un cierto desarrollo demográfico, urbano y económico. Existían cuatro fábricas u hornos reverberos para las menas de plomo de Sierra de Lújar, de fundición temporal, y la caña de azúcar ?se ha conservado sin interrupción desde la época de los moros hasta la presente con el mismo cultivo y sistema de fabricación que aquellos?, cuando se extiende por las vegas mediterráneas andaluzas desde Adra a Marbella. Pero en el siglo XIX sólo hasta Vélez Málaga, incluyendo la vega de Motril, ciudad en la que había dos fábricas (una de sangre, sin uso; y otra hidráulica) con una molienda de 80.000 arrobas de caña, dando lugar, por otro lado, a 300 arrobas de ron, de buena calidad, premiado en la exposición de 1828. La decadencia del cultivo se atribuye sobre todo a la disminución de la población morisca y a la competencia americana.
El algodón también data de la época árabe y el agrónomo Abu Zacarías ya se refiere al de Granada, pero en 1796 sólo quedaba en algunos huertos como curiosidad, iniciándose entonces su cultivo ante la caída de la caña. Así, desde 1800 se exportaba a Cataluña, Inglaterra y Francia, pero la entrada de la compañía Filipinas y la existencia de aranceles desfavorables reduce la producción, manteniéndose sólo un tercio de la Vega de Motril. Entonces trabajaban 118 telares, dispersos por las casas, de sistema antiguo para tejido basto, produciendo 170.000 varas anuales, pero la competencia de tejidos catalanes deja la fabricación en una sexta parte, saliendo el algodón para Cataluña ?sin más preparación que el despepito?; operación que ocupaba antes a 600 mujeres de octubre a mayo y ?al presente solo 160 por la mitad de esa temporada?. Había cuatro molinos de aceite y otros tantos harineros, dos de jabón y nueve alfarerías.
Por eso se dice claramente que ?la agricultura es la única ocupación de los naturales, cuyas faenas ofrecen por lo común un jornal permanente de 4,5 reales para 1.800 trabajadores?. Además de azúcar, algodón y arroz se cosechaban batatas, habichuelas, limones y naranjas (exportados en gran cantidad, sobre todo la batata, para Valencia, Murcia, Sevilla y Argelia) y otros consumidos en la ciudad o su comarca: vino, aceite, maíz, frutas? Son notables los intentos de innovación agrícola con la introducción de productos como el café, añil y tabaco.
No es frecuente en esta información de mediados del XIX datos sobre la estructura de propiedad, como aparece en Motril, resultando un enorme absentismo: el 48% de las tierras regadas (que tenía un total de 36.000 marjales) y el 39 del secano (2.400 fanegas en conjunto); mientras el clero, cofradías, amortizados, etc. disponían del 11 y 10% de ambas tierras.
El puerto constituía el acceso natural desde Jaén, pero se veía obstaculizado por los malos caminos, pues incluso el de Granada (?declarado provincial?) ?se ha dejado destruir a punto de ser molesto hasta para la arriería?. Se disponía de cuatro buques de 17 a 53 toneladas para el cabotaje y 7 barcas para la pesca, que ocupaban a 104 hombres, entre los dos puertos considerados entonces de Motril, Calahonda y Baradero. Pero el primero estaba a 11 km, mientras el segundo es el propiamente de la ciudad, disponía de cuartel, almacenes, chozas y barracas con 26 personas. El Varadero y su fuerte se comunicaban con Motril por un camino de ruedas de dos km. y en 1844 entran 226 barcos (de los que 13 extranjeros) con 1.628 tripulantes y 430 pasajeros, siendo el único autorizado para la descarga. Esto suponía un perjuicio para el comercio por los vientos y el menor fondo que el de Calahonda, sobre todo para los buques extranjeros de más tonelaje.
En el comercio con el extranjero destacaban las entradas de tejidos, bacalao, alambre y quincallas, además de azúcar, canela y cacao de América; y las salidas de aceite, vino, naranjas, higos y pasas. En el tráfico interior (el Mediterráneo hasta Tarragona e Ibiza; Galicia, Santander) se importa cereal, leguminosas y madera, mientras las salidas son iguales que al extranjero, más algodón, esparto, batatas, aguardiente y plomo.
Motril celebraba una feria de 15 días desde 1748, pero ?subsistió poco tiempo? y, a partir de 1830, otra de tres días, aunque de poca importancia, porque no había sitio para el ganado y la ciudad ?se halla siempre abastecida de toda clase de artículos?. Y realmente había ocho casas de comercio al mayor, siete tiendas de ropa, siete de quincallas, 40 de abacería, dos confiterías, dos casas de juego de villar, seis estancos y 71 tabernas. Motril era pues, un importante centro comercial para su comarca, el Valle de Lecrín y la parte occidental de las Alpujarras.
Contaba con 10.170 h., más 268 en los anejos de Calahonda, Garnatilla y Tablones (aunque el censo de 1842 registra 12.278), exponiéndose una clasificación por edades, que, aunque los intervalos no coinciden con los actuales, denota la juventud y la menor esperanza de vida: el 31% de la población era menor de 13 años (ahora en Motril el 24% no alcanza los 20), el 46,5 llegaba a los 40; el 23,2 hasta los 80 y sólo el 0.2 (dos mujeres) alcanzaba los 93.
La ciudad, ya sin murallas, se extendía por las estribaciones de la Sierra de Lújar, entre ramblas (Capuchinos, al este, y Manjón y Brujas, al oeste) con un claro límite meridional; la Acequia Principal, donde acababa el caserío y empezaba la Vega con caña dulce, batatas y algodón, según el plano de Coello, incluido en el Diccionario de Madoz. Se aprecian algunos ejes viarios articuladores urbanos: la carretera de Granada, al Norte, cruzando el barrio de San Antonio, y enlazado con la calle Nueva, abierta entre el antiguo callejero andalusí, que marca un eje oriental desde la plaza de la Posta a la de la Aurora, cerca de la Acequia Principal. Al este de ese eje se sitúa el barrio de Capuchinos y en el extremo sureste, al pie de unos cerros, un ingenio de azúcar abandonado y algunas otras ruinas. También se localizan alfarerías, ya en el camino de Calahonda, paralelo a la Acequia, discurrente ésta próxima a la plaza de la Victoria, y llegando por el Oeste el caserío hasta el Arco del Cenador, en el camino de Salobreña. Allí acababa la calle Esparraguera Baja y, paralela, la Alta, principal eje septentrional, quizás antigua ronda de muralla, hasta enlazar con la referida calle Nueva. Al Norte algunas viviendas en torno al convento de las Nazarenas y el Barrio del Carmen. En suma, unas claras referencias en los extremos este (placeta de Capuchinos) y oeste (San Sebastián), norte (Barrio San Antonio) y sur (Paseo del Borde de la Acequia).
Había 2.411 casas (el 63% de un piso y sólo cinco de cuatro), algunas con grandes corrales, además de espacios internos, que hacía parecer a la ciudad más grande, por lo extendida. Contaba 125 calles, 66 callejas y 16 sin salida, una plaza principal (la Mayor), con Ayuntamiento y Pósito, y 34 plazuelas, aunque en el plano citado aparece una amplia, la de la Victoria, con dos conventos. Además de la Colegiata de la Encarnación, se citan capillas y ermitas, un cuartel de caballería, 4 posadas y albergues, varias escuelas y un colegio privado de segunda enseñanza; mientras que el Seminario fundado en 1741 por el motrileño Cardenal Belluga, no existía ya.
Evolución reciente. El censo de 1887 registra 17.016 h., lo que supone un incremento medio anual en torno al 7 por mil, que no cubre el movimiento natural y el aumento de habitantes respecto a 1842 (unos 5.000) no se nota en el plano urbano, que es prácticamente el comentado antes, por lo que habría ocupación de espacios vacíos. Desde 1900 (18.508) la población se estanca; e incluso desciende en 1920 y apenas crece en 1930, para recuperarse en 1940 (20.575), progresando continuamente desde entonces. Si bien en el decenio 1950-60 (24.592 y 24.991 h.) acusa la emigración andaluza generalizada y el incremento anual de apenas un 2 por mil, cuando el crecimiento natural estaba entonces en torno al 15.
En 1970 pasa de los 30.000 y diez años después alcanza los 40.000 para sobrepasar los 50.000 en el 2000. Eso se explica por la recuperación agraria (sobre todo de la caña de azúcar, primero y después de los cultivos forzados), las mejoras en infraestructuras, el tráfico portuario, el turismo y, como toda ciudad de cierta importancia, el aumento de los servicios. Las mejoras de las comunicaciones por carretera con Málaga, Almería y Granada, últimamente con autovías, y la obras en el puerto desde principios del XX (acaba teniendo en los años setenta cinco muelles y una dársena pesquera, con un cierto movimiento de mercancías) permiten aprovechar un amplio hinterland, que llega hasta Jaén y Córdoba, como se ha dicho.
La caña de azúcar (o ?cañadú?), en crisis a finales del XIX, se recupera hasta los años sesenta, aportando importantes cosechas y dando lugar a la instalación de fábricas. La zafra (en árabe, recolección de la caña dulce) atraía masas de jornaleros, arrieros y familias enteras de otras comarcas andaluzas (Alpujarras, Guadix, Baza, los Montes?) y los mismos motrileños formaban cuadrillas para posteriores faenas del campo en otros lugares. La Vega de Motril estaba prácticamente ocupada por cañaverales (la ?Pequeña Cuba?, se decía), siendo en realidad la única de toda Europa, con un sistema de gran propiedad y arrendamientos de medianas y pequeñas, por parte de las azucareras. Y a partir de los sesenta se van expandiendo los enarenados e invernaderos para hortalizas y flores, sobre todo en los llanos de Carchuna, beneficiándose de las obras hidráulicas del Guadalfeo.
Además de la fabricación azucarera, en Motril había otras industrias, sobre todo la de celulosa, aprovechando los desechos de la caña, de manera que la mitad de los activos trabajaban en el sector secundario hace 30 años. Sin embargo, entonces el turismo apenas destacaba en la ciudad, pero ya apuntaba en la costa, sobre todo en Torre Nueva y Calahonda, que atraía principalmente a la población de Granada.
El plano de 1956 denota un pequeño crecimiento periférico, salvo por el Sur, marcado por el paseo de la Acequia, desbordada a finales de los setenta; cuando casi se duplica la extensión de la ciudad antigua por el nordeste. A la vez que se instala una cierta orla periférica de edificaciones y, desde luego, van extendiéndose las urbanizaciones costeras y la zona portuaria.
Plano, monumentos y turismo. Efectivamente, el plano urbano, asimétrico, se ha producido tradicionalmente en varias direcciones debido al elemento-barrera artificial que ha tenido por el Sur con la presencia de la Acequia Principal para el riego y abastecimiento humano. Así que la ciudad de Motril presenta una forma redondeada, típica de una urbe que ha crecido a lo largo de las infraestructuras viarias, allí donde lo han permitido sus límites naturales o artificiales como han sido la mencionada acequia, las ramblas y la propia muralla. En este caso, los ejes de expansión han seguido una estructura radial definida por las principales carreteras de comunicación con tres capitales andaluzas: la autovía a Málaga (antiguo camino de Alcucera a Motril o Camino del Río), al Oeste como prolongación de la Avenida de Salobreña; la N-323 a Granada, por el Norte; y la A-7 a Almería, por el Este. A estos hay que sumarles los ejes secundarios formados por los caminos que daban acceso a las Vegas de Pataura y Panata, al núcleo de Los Tablones y al Cementerio.
El núcleo originario y casco antiguo de Motril tiene una traza irregular con bastante huella andalusí, que se mantiene prácticamente inalterable hasta el siglo XIX. Su perímetro coincide con las avenidas Salobreña y de Andalucía y la calle Muralla por el Suroeste; la calle Nueva al Este, cuya principal función era permitir los desplazamientos para llevar la caña desde la Vega a los ingenios de esta zona; y el Camino de las Cañas y la calle Cartuja por el Noroeste. Esta ciudad histórica se expandirá por las calles de las Monjas y de Santiago hacia el Norte, por la Rambla de Capuchinos al Este, por los caminos de Panata y Pataura hacia las vegas de los mismos nombres al Oeste, y por el Paseo de las Explanadas que será la primera zona pública de Motril y, junto al Cerro de la Virgen, el principal pulmón verde de la ciudad. En el centro de este espacio encontramos la actual Plaza de los Jardinillos, lugar tradicional de las actividades comerciales y oficios. La tipología edificatoria que predomina en el casco antiguo son las viviendas unifamiliares y algunas casas señoriales y edificios administrativos, que a mitad del siglo XX han sido sustituidos por bloques de viviendas en altura en muchas zonas del mismo. Por su parte, entre los edificios singulares podemos destacar iglesias, Ayuntamiento y el Teatro Calderón.
A mitad del siglo XX se produce la ocupación de la Vega para uso residencial que, mediante la iniciativa privada, se edificará con el modelo de bloques en altura (de hasta nueve plantas) como se puede observar en el ámbito de la avenida de Salobreña y los terrenos conocidos como la Cruz de Almedilla en los alrededores de las Explanadas, al oeste del casco histórico; y los espacios al sur de la ?Acequia Principal?. Lo mismo ocurrirá hacia el Norte, cuya nueva trama se estructura en torno a la carretera de Granada distinguiéndose dos zonas: la parte este de menor extensión definida por una malla irregular formada por calles estrechas en dirección Norte-Sur, que se trazan paralelas a los caminos y antiguas ramblas; y la parte oeste con un diseño totalmente contrario de trazado regular de calles rectas y de mayor anchura en sentido transversal a las anteriores, cuyos máximos exponentes son las calles Ancha, Padre Vázquez, Alfalfa, o Padre Damián (este-oeste). De esta época son también algunos edificios significativos como el Mercado Municipal o el Colegio de los PP. Agustinos.
A finales del siglo XX se integran algunas zonas de la ciudad que habían quedado desconectadas, principalmente en el sector noroeste, donde se transforman las antiguas huertas y se derriba la plaza de toros para construir viviendas, como ocurre en la edificación de la Rambla de los Álamos, lo que permitirá superar la barrera física que había limitado el crecimiento por el Oeste. Igualmente importantes son las actuaciones en infraestructuras viarias. Es el caso de la Ronda Oeste que se transforma en vía de circunvalación que sirve para conectar las zonas norte y sur de la ciudad. O la construcción de diferentes variantes que han mejorado la movilidad como la de la carretera de Málaga (con la que se evita una parte importante del tráfico que atraviesa la ciudad), y la terminación de la Ronda Norte-Levante (que mejorará la movilidad este-oeste y Oeste-Este), que conecta con la Ronda Poniente.
En el cerro, y sobre las ruinas de la alcazaba islámica, se edifica el Santuario de la Cabeza, donde predomina el barroco, sobre todo en el interior. La iglesia de la Encarnación se comienza en 1510 y mezcla desde el mudéjar hasta el barroco. De finales del XVI son la iglesia de la Victoria, la ermita de San Roque (hoy del Carmen), en recuerdo de las víctimas de la peste de 1583, y la Casa de Palma, con restos de un ingenio o azucarera preindustrial, utilizada hoy como Casa de la Cultura tras su rehabilitación. Del siglo XVII son la austera iglesia de Capuchinos, de fachada encalada, la ermita de San Antonio, de más valor histórico que arquitectónico, y el Ayuntamiento, quizás el mejor monumento barroco de la ciudad, con artesonados mudéjares en el interior. El siglo XVIII no es muy pródigo en monumentos, pudiéndose señalar las ermitas de las Angustias y la del Señor de Junes, pues sobre la primera iglesia de las Nazarenas de 1717 se construye otra en 1830. Y del siglo XIX son también la Casa de la Condesa, con un cuerpo alto de arcos, el neoclásico teatro Calderón de la Barca y el Hospital de Santa Ana, que encierra parte de la antigua edificación. Hay varias estatuas en la ciudad que recuerdan a motrileños ilustres, como el Cardenal Belluga y Javier de Burgos, ministro de Fomentoy autor de la provincialización de 1833).
A unos dos kilómetros se halla el puerto, con lonja y pequeñas tabernas donde se consume pescado frito y sardinas a la teja, pero Granada tiene una gran influencia y la tortilla del Sacromonte o las habas con jamón son también platos típicos. Y, como no podía ser menos, se bebe ron y se incorporan a la mesa las frutas tropicales, a la vez que la historia está bien representada en la torta real de tintes moriscos. En cuanto a celebraciones, las propias de Andalucía (Semana Santa, feria de agosto), la procesión marítima del Carmen y el peculiar Voto de la ciudad el 13 de enero por el terremoto de 1894.
Economía, área de influencia y población. Motril es un municipio muy dinámico que ejerce como cabecera de la Comarca Costa de Granada, realizando funciones de centro comercial y de servicios tanto para los núcleos costeros de Salobreña, Castell de Ferro, como para los Penibéticos de Ítrabo, Molvízar, los Guájares, Vélez Benaudalla y Lújar. A ello contribuye su posición geográfica y la facilidad de comunicación tanto con Granada (A-44), como con Málaga y Almería (A-7). A su vez, el auge económico que está experimentando en los últimos años, tras el desarrollo adquirido por su puerto comercial (también de pesca y recreo), la difusión del cultivo de frutos tropicales, el comercio de flores en sus vegas y la actividad turística en sus playas.
Desde el punto de vista económico, Motril es el municipio más diversificado de toda la Costa del Sol. Por una parte, la agricultura está sufriendo grandes transformaciones ya que el cultivo tradicional de caña de azúcar (1.165 ha en el 2004) está siendo sustituido por especies tropicales, en regadío, mucho más competitivo en el mercado como el chirimoyo (615 ha en el 2004) y los cultivos en invernadero. En la industria sobresale la fabricación de papel (empresa multinacional Torraspapel), pero hoy, la principal base del desarrollo económico de Motril es el turismo, que a su vez proporciona una amplia y variada oferta. Así, junto a la tradicional oferta de sol y playa (Playa de Poniente, Granada, Torrenueva, Calahonda y Azucenas, que se podrá convertir en la única playa ecológica de la comarca, con un acceso fácil hasta sus inmediaciones respetando su entorno natural), se comercializa también el turismo activo ya sea deportivo (windsurf, surf, submarinismo, pesca, vela, etc.) y de golf, senderismo, de naturaleza, aventura y el ligado a la producción y transformación de la caña de azúcar. Para esto último se cuenta, y en el marco de las rutas de las Azucareras, con los museos de Interpretación de la Caña en el Parque de los Pueblos de América, el Museo Preindustrial de la Caña de Azúcar, que incluye recreaciones tecnológicas y material arqueológico, y se ubica sobre los restos del Ingenio de la Palma, del siglo XVI, único establecimiento azucarero de la España preindustrial parcialmente conservado, y el Museo de la Caña de Azúcar en la Fábrica del Pilar.
El auge económico se traduce, por una parte, en una renta media familiar / habitante superior a la comarcal (5.709,6 euros y 2.616,2 euros respectivamente en 1998). Sin embargo, la renta media familiar de 13.856,67 euros en el 2005 se sitúa todavía por debajo de la media andaluza (14.159,60 euros). Por otra, explica la evolución demográfica positiva en las últimas décadas: con una población total de 56.605 h. en el 2005, que ampliamente duplica la de 1960, concentra casi el 50% de la población comarcal, como consecuencia de la propia dinámica natural de la población y del saldo migratorio positivo. Y explica, por un lado, la existencia de una estructura demográfica muy joven (24,44 de la población es menor de 20 años y sólo un 12,4% mayor de 65 años en el 2005), y, por otro, que el 5,4% de población es extranjera, en donde la comunidad de rumanos supone casi el 28,6% del total.
Todos los cambios y la velocidad en que se están produciendo en el municipio ha llevado al área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Motril a impulsar el debate sobre estos problemas y sobre el modelo de desarrollo económico y territorial, integrando como pieza clave del proceso al conjunto de la sociedad (ciudadanos, empresarios, asociaciones, autoridades) Estas actuaciones se concretan en la implantación del proceso Agenda 21 Local (acuerdos adoptados por el pleno consistorial a principios de este siglo) y a la asunción por tanto de los principios generales que inspiran el concepto de Desarrollo Sostenible. [ Gabriel Cano / Francisca Ruiz Rodríguez / Ángel Luis Lucendo Monedero ].
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