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CONTRABANDO |
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La etimología de la palabra remite al hecho de "ir
contra el bando", contra la disposición legal, aunque este significado
quede reducido aquí a la transgresión del orden legal mediante el tráfico
de géneros de ilícito comercio. El objeto del contrabando es muy diverso
según los momentos y las épocas. En cada caso determinado fluctúa y se
proyecta sobre aquello que en cada momento está prohibido en su tráfico o
su comercio por la ley, así como a los géneros que escasean y permiten
pingües beneficios a sus contraventores. No es privativa la región
andaluza del fenómeno del contrabando, pero tal vez se trate de la zona
donde este tráfico ilegal se produce con más reiteración que en ninguna
otra. Casi todos los documentos de la época hablan de una confirmación
geográfica muy a propósito para la práctica de este delito, circunstancia
que se une a la miseria secular de la región y a una extraordinaria
extensión costera vecina al continente africano, vía casi siempre
obligada del contrabando.
Unas veces se hace tráfico ilegal de dinero, como
ocurre en la segunda mitad del siglo XVII; otras veces son los animales,
como el caballo, en una región en que éstos abundan y cuando una copiosa
legislación protege a este animal. En otras ocasiones en que las guerras
asolan el país "guerras carlistas", son las armas objeto de un
persistente contrabando. Muchas veces son los tejidos, cuando las
fábricas españolas de la seda protegen y, en cierto modo, estancan los
productos; también los géneros coloniales que tienen su momento por
consecuencias del comercio ultramarino. Pero, sin duda, es el tabaco "y
lo sigue siendo durante mucho tiempo" el género más abierto y codiciado
del contrabando, por la importancia que adquiere en tiempos de Felipe IV
su comercio y asiento. Toda Andalucía es un foco inmenso de contrabando
de este producto o de cacao.
En nuestra comunidad autónoma los delincuentes de
este género escriben una verdadera epopeya de lucha y sangre con los
ministros del antiguo Resguardo, los Escopeteros de Andalucía, los
Guardas fijos de la Costa de Granada, los Carabineros Reales, la Guardia
Civil o cualesquiera fuerzas o funcionarios que se encargan siempre de su
represión en beneficio de la Hacienda real o del Estado.
La pérdida de Gibraltar
*
en 1704, ratificada más tarde por el Tratado
de Utrecht el 3 de julio de 1713, abre las puertas a un contrabando
furibundo, que ya el 14 de diciembre de 1750 se hace patente por el
capitán general de Andalucía al ministro Marqués de la Ensenada con
motivo de la fundación de la Compañía de Escopeteros de Getares para
guarecer la zona del contrabando y el comercio ilícito que se produce a
través de Gibraltar.
Geografía del contrabando.
Las localizaciones del contrabando andaluz
coinciden, en gran medida, con las del bandolerismo. Los límites de las
provincias de Sevilla, Córdoba y Málaga, los pueblos de Cuevas Bajas y
Cuevas Altas, Encinas Reales y Rute se mencionan en la Instrucción, y se
faculta a Juan Ortiz para vigilarlos estrechamente y entregar cualquier
vecino sospechoso que se emplee en el contrabando. Pueblos dedicados
especialmente al contrabando de tabaco primordialmente son Estepona,
Ronda y Marbella en Málaga, y Lucena en Córdoba; todos ellos de
indudables resonancias bandoleras, asociados "como Ronda", al nombre del
gran perseguidor de contrabandistas y malhechores, el famoso Mil Hombres,
Francisco Romero Paloque, o, patria "como Lucena" de célebres
contrabandistas como el propio Francisco Esteban. Igualmente, destaca la
ciudad de Cádiz, principalemente desde que suplanta a Sevilla como cabeza
del comercio ultramarino.
Un informe del coronel José de Alabes, comandante del
Cuerpo de Escopeteros Voluntarios de Andalucía, aclara la ruta del
contrabando: Lucena, Carcabuey, Cuevas Altas, Algarinejo, Rute, Iznájar,
Cuevas Bajas y Montefrío. Su informe, que lleva fecha de 16 de abril de
1782, asegura la aprehensión de 15 caballos, 80 libras de tabaco de
Brasil, 14 escopetas, tres trabucos y ocho pistolas.
Desde 1730 a 1787 los contrabandistas tienen a
maltraer al Gobierno. Llevan tabaco del Brasil a los pueblos de Andalucía
y lo venden delante de los mismos administradores o estanqueros, como
pasa en La Rambla (Córdoba) a fines de 1789, no sin que el mismo
secretario de Hacienda, Lerena, tenga noticia del hecho y ordene a la
Chancillería de Granada y a la Audiencia de Sevilla que los prenda y
ahuyente. El escándalo es notorio y las personas implicadas, de
relevancia social, como en el caso de los eclesiásticos.
Las especias son otros de los objetos de
contrabando, y el azafrán, entre ellas, un artículo codiciadísimo y de
alto valor comercial. El asalto a un arriero que desde Jerez a Écija
conduce una cantidad importante de libras de azafrán motiva el
prendimiento de la famosa Cuadrilla de los Berracos.
Las Compañías de Infantería Fija de la costa de
Granada son un firme baluarte frente al contrabando. Vigilan más de 400
millas en la extensión de la costa, desde Tarifa hasta Almería y
guarnecen en sus destinos Estepona, Marbella, Vélez, Almuñécar, Motril,
Vera, Níjar, Adra y Almería, donde se ubican dos Compañías. Aunque muy
eficaces, nunca pueden desarraigar el contrabando ante la imposibilidad
de luchar contra él en evidente inferioridad de condiciones; un sueldo
muy bajo, mal armamento, soldados reclutados entre la propia gente del
país, son entre otras muchas e importantes razones las causas de su
parcial utilidad. Otro intento se realiza por el Gobierno en 1830, año en
el que vuelve a crearse una comisión especial para la persecución del
contrabando en las provincias de Andalucía, que se pone bajo el mando del
intendente honorario de provincia, Juan Manuel Chacón. El éxito de la
comisión es del agrado del rey, porque en enero de 1831 se sustituye a
Juan Manuel Chacón por el intendente de rentas de la provincia de Jerez
de la Frontera, José Villa y Frontín. Las partidas comandadas por este
último se encuentran repartidas por la mencionada población gaditana,
Sevilla, Córdoba, Málaga, Granada, Jaén y el Campo de San Roque. Es
evidente que el mal no se soluciona y que el contrabando continúa
creciendo y constituyendo una alarma para el poder público en este primer
cuarto del siglo XIX.
El corregidor de Ronda, el 17 de agosto de 1821, en
una exposición dirigida al ministro de Gracia y Justicia dice: "La
topografía de este país áspero por naturaleza, carácter poco laborioso y
miseria en lo general, cebaron en el tiempo del imperio revolucionario a
estos habitantes en fraude del contrabando, para cuyo objeto se
prostituyen toda clase de personas sin distinción de clase ni estado,
depositando gruesas sumas en dicha Plaza de Gibraltar diariamente, y
formando almacenes de género y tabaco en los pueblos de Grazalema,
Ubrique, Benaocaz y otros"; y añade: "acostumbrados a tal vida, llegada
la gloriosa restauración en el año anterior, no es posible en días ni
velar desórdenes de tanto tiempo, máxime cuando estos pueblos en lo común
de corto vecindario son manejados por Alcaldes de su misma vecindad que
son los primeros contrabandistas". En 1824, el subdelegado de Policía de
Ronda da cuenta al regente de la Chancillería de Granada del escandaloso
contrabando que hay en los pueblos de Cortes de la Frontera, Grazalema,
Benaocaz, Jimena, Benaoján, Casares e Igualeja y dice "ser muy raro el
vecino de toda clase que no se ocupa exclusivamente de aquel vicio". Las
acciones armadas contra el contrabando llegan a ser en ocasiones
verdaderas acciones de guerra (
->
véase
Carrasquilla, Acción de la
).
A menudo, el contrabando encuentra un gran apoyo en
funcionarios venales, quienes facilitan el camino a las partidas. Aunque
lo tendrán más difícil a partir de 1844 con la creación de la Guardia
Civil, que conseguirá disminuir de una forma acusada la virulencia con
que se había producido el contrabando en los años anteriores. (
->
véase
Bandolerismo
).
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