(SE).Ciudad de la Comarca Bajo Guadalquivir, a 47 m. sobre el nivel del mar y a 36 km. de Sevilla. La superficie municipal es de 679 km 2 y la población, en el año 2006, de 48.222 h.. Cuenta con varias entidades, además del núcleo principal, entre ellas Gaudalema, Palmar de Troya, Trajano o Pinzón.
Situación y emplazamiento. Utrera se ubica en un cerro de erosión diferencial, que le proporciona un cierto valor defensivo, en una amplia llanura de un dilatado término municipal, mayor incluso en otras épocas. Se trata de una campiña miopliocénica de buenos suelos en un clima mediterráneo de ligera tendencia continental y no lejos de la influencia atlántica (18ºC de temperatura media anual, inviernos suaves y veranos calurosos) con precipitaciones cercanas a los 600 mm, aunque con sequía estival. En principio, pues, una oferta territorial fundamentalmente agraria, tradicionalmente de trilogía mediterránea, y con una ampliación considerable del regadío y pueblos de colonización desde mediados del siglo pasado. Hoy tiene una buena posición viaria y une con la A-92 por Arahal y con Sevilla- Cadiz (si bien el enlace entre la capital y los puertos de la Bahía de Cádiz ha ido siempre más al Oeste), constituyendo también un cruce ferroviario. Estas buenas comunicaciones están acortando el tiempo de desplazamiento a la capital, lo que supone una posibilidad territorial nueva de la ubicación.
Historia.La Bética y al-Ándalus. Como en tantos otros lugares, se han encontrado por estas tierras restos de poblamientos prehistóricos (hachas, cerámicas, ídolos, necrópolis...), tartéssicos y fenicios y, también, de época romana (estatuas, monedas, inscripciones sepulcrales...), sobre todo dos necrópolis; una en el Olivar Alto (de los siglos III-II) y, otra posterior, del III-IV, hallada en la carretera de Los Palacios. Se especula con el origen del nombre, relacionándose con la construcción de odres ( uter ) para aceite y vino (pero en la Bética se usaron ánforas más que vasijas de pieles) o con vultuaria , elevación de terreno. Y, en cualquier caso, han quedado denominaciones como Siarum, Salpensa, Alice, Orippo, Leptis (más ligada ésta al Guad-al-Lete). De la etapa visigoda quedan losas sepulcrales con nombres de influencia greco-bizantina y no germánica: Eugamia, Cristorna, Eburino?
Durante al-Ándalus la actual Utrera es una aldea o alquería, con una torre, en la demarcación o cora de Sevilla y, disgregado el Califato de Córdoba, se mantiene en la extensa taifa de los abbasíes sevillanos y después se integra en el reino almohade de Sevilla hasta su conquista por Castilla. Se sabe que había una mezquita (actual Iglesia Mayor) y un cementerio (calle Losas), además de haberse encontrado monedas de plata (Cerro del Tesorillo), y cerámica. También se sabe de lugares, precedentes de cortijos, como Alhorín, Facialcázar o Alcantarilla, en el puente quizás de la antigua Vía Augusta. Utrera es conquistada por las tropas de Alfonso X en 1253, pero es recuperada por los nazaríes, y vuelta a tomar Alfonso por XI en 1340, "concediendo privilegios de franquicia a todos sus vecinos, así moros y judíos como cristianos", según Madoz (1850). Se convierte en zona fronteriza (está cerca de la línea Morón de la Frontera-Jerez) con mezcla de religiones, culturas, intercambios comerciales, etc. hasta finales del siglo XV, en que es conquistado el extenso reino de Granada. De él llegan una buena cantidad de moriscos, tras la guerra de las Alpujarras, uniéndose a descendientes de antiguos andalusíes, muchos ya castellanizados. Aún a principios del siglo XVII existía en Utrera una importante Morería, según el historiador francés Lapeyre y, aunque era frecuente el cambio de apellidos algunos personajes ilustres lo mantuvieron (Albarrán, Carvajal) o adoptaron nombres de pueblos y ciudades de origen (Córdoba, Marchena, Coria...)
Conquista castellana y Edad Moderna. Durante el siglo XIV Utrera se ve afectada por las luchas dinásticas de Castilla, sobre todo en 1368 (entre Don Pedro el Cruel y su hermano Don Enrique), o entre la nobleza (Ponces y Guzmanes en 1392). Estas contiendas privan a la ciudad de anteriores exenciones, que son repuestas en 1398 por la ciudad de Sevilla, en cuya jurisdicción estaba. Más adelante, la ciudad pertenecería al marqués de Cádiz y los Reyes Católicos emprenden una campaña contra la poderosa nobleza andaluza, que en el caso de Utrera estaba protagonizada por Fernán Arias de Saavedra y supone un asedio (1477-1478), calificado como "ejemplar castigo".
Hasta mediados del siglo XVII parece que hay una cierta prosperidad urbana, pues crecen arrabales, se construyen iglesias, conventos, ermitas y casas solariegas y se adecenta el callejero. Sin embargo no había una sólida economía, pues pesaba una fuerte carga tributaria, como en gran parte de Andalucía, frecuentes levas de soldados, abusos de los ganaderos, predominio cerealista al tercio con grandes propiedades y masas de trabajadores, de manera, que, como se dice en la Gran Enciclopedia de Andalucía (editorial Anel) en los años setenta del siglo XX, había "una situación tan insegura, que bastaban una epidemia, una sequía, unas lluvias pertinaces o una plaga de langostas, para que todo se hundiera y los pobres jornaleros se presentaran en Sevilla, arrastrando su desgracia, para mendigar un poco de pan". Así la epidemia de peste bubónica de 1649 parece que produjo 5.000 víctimas, casi la mitad de la población, y a principios del siglo XVIII la nobleza empieza a marcharse, siguiendo el declive hasta mediados de esa centuria y el censo de 1787 registra sólo 9.341 habitantes.
Un viajero francés, Peyron, escribía en 1772 que era un "pueblo muy grande y muy poblado". Pasea por el Camino del Calvario, que describe sombreado y perfumado, visita la iglesia de Santiago (bien situada, pero "la han adornado de objetos muy siniestros, de calaveras y de inscripciones fulminantes contra los pecadores. En verdad, no hago sino pensar en todos esos censores atrabiliarios") y repara en "una plaza soberbia, rodeada de hermosas casas".
Utrera en el siglo XIX. Los comienzos del siglo no son buenos, pues en Utrera repercute bastante la guerra contra Napoleón, con requisas y expolios durante tres años. Hacia 1842 se elogia la labor del alcalde Clemente de La Cuadra que impulsa el urbanismo y construye equipamientos, alcanzándose la cifra de 12.864 h., lo que indica un estancamiento real entre ambos censos, pues el crecimiento medio no llega al natural (natalidad menos mortalidad).
En el Diccionario de Pascual Madoz (1850), se recoge una pérdida de 268 edificios entre 1784 y 1848, contando con 1570 casas en la última fecha en 91 calles y siete plazas, destacando la de la Constitución, donde estaba el Ayuntamiento. Había una Alameda y un Paseo (Camino de los Puertos), un colegio de instrucción primaria, una sociedad filarmónica, hospicio, dos hospitales (el de mujeres en una antigua Sinagoga), dos parroquias (Asunción y Santiago), varios conventos (algunos cambiados de uso tras la desamortización), ermitas y, desde 1844, un cementerio. Quedaban restos de muralla, de 34 torres y la del Homenaje, "que subsiste intacta", y tres puertas (de la Villa, San Juan y Sevilla).
De un extenso término se había ido segregando algunas partes (Villamartín, Alcalá de Guadaíra) y, además de dehesas, casi todo era secano, de tierra fértil (el olivar estaba en las peores), siendo la producción mayor la de trigo (200.000 fanegas anuales, que se vende en parte a Alcalá, Sevilla, Cádiz y otros puertos), mencionándose también distintas leguminosas, aceite (unas 70.000 arrobas). La vid había disminuido bastante, sustituida por el olivar, pues según Rodrigo Caro hacia 1600 se conseguían hasta 250.000 arrobas, cuando a mediados del siglo XIX solo había 130 aranzadas de "mala especie". En los huertos se criaban frutas y hortalizas y en las dehesas y pastos "que llegan hasta el Guadalquivir", 34.000 cabezas de ganado lanar y unas 3.000 entre cerdos, cabras y vacas, más 3.000 yegua, cuyas crías eran muy estimadas en muchas ferias (también en la local, en septiembre) y que había llevado a América miles de ejemplares durante siglos. Consta una industria derivada de la agricultura, 39 molinos de aceite, 2 prensas hidráulicas, algunas tahonas y otras producciones, como el jabón, cuya materia prima, la barrilla, abundaba en las marismas. Hay en el Diccionario de Madoz, referido a Utrera, una infrecuente relación de la matrícula industrial y comercial de 1847, donde se relatan actividades y oficios que, sin duda, señalan una capitalidad comarcal. Por ejemplo, 4 médicos, 2 cirujanos, 3 matronas, 49 tiendas de abacería, 15 zapaterías, 88 albañiles, 10 herreros... Y, como cabecera de partido judicial, juez, notario, 9 procuradores, 6 abogados, escribanos...
Historia reciente. En la segunda mitad del siglo XIX y parte del XX, en Utrera, como en otras agrociudades andaluzas se refleja la polarización social (latifundio/jornaleros) y la economía sigue siendo agraria, registrándose en 1900 una población de 14.358 h., apenas 1.500 más que en 1842, lo que indica emigración, pues el índice medio anual está en torno al dos por mil, menos que la diferencia natalidad-mortalidad. En 1920 se sobrepasan los 20.000 y en 1960 se llega a 40.924, con una tasa superior a la natural, y, por lo tanto, con inmigración. Eso se debe principalmente a la colonización agraria realizada por entonces dentro de los planes de las Grandes Zonas Regables del Guadalquivir, llevadas a cabo por el I.N.C. (a través de grandes sociedades concesionarias), aunque con antecedentes en la II República, según proyectos de Lorenzo Pardo. El Bajo Guadalquivir (Utrera, Lebrija, Las Cabezas, Los Palacios...) experimenta una transformación económica y paisajística, con la creación de casi 60.000 ha de cultivo, de las que el 80% eran de regadío, donde previamente existía una mitad de pastizal una cuarta parte de cereal y olivar en secano y el resto de arrozal y huertas. Se desalinizaron los suelos y se destinan a hortalizas y algodón, aparte la producción olivarera y de vid, construyéndose canales, caminos y pueblos: concretamente en Utrera, Pinzón y Trajano, aunque en 1981 solo sumaban unos 1.500 h.
Pero el censo de 1970 acusa un descenso de población (36.364 h.), porque, a pesar de los nuevos regadíos, Utrera no escapó al éxodo andaluz de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Aunque la agricultura se había diversificado y la cosecha de algodón de 1963, por ejemplo, es la más importante de Andalucía, a lo que se añadía alguna industria (sobre todo de aceite y aceitunas) y los famosos caballos y toros de lidia. En 1981 (38.097 h.) comienza a recuperarse la población que hoy (2007) se acerca a los 50.000.
Plano y monumentos. La ciudad de Utrera se extiende por la campiña sevillana con un plano urbano irregular que se asemeja a una forma poligonal tipo estrella debido a la disposición de sus principales ejes y avenidas que se prolongan por las carreteras que la comunican con otros municipios. Es el caso de la calle Álvarez Quintero-avenidas Juan XXIII y de Portugal-carretera a Écija (Suroeste-Noreste); avenida de San Juan Bosco-Cuesta del Merendero-carretera a Jerez (Norte-Sur); o calle de la Corredera-avenida General Giraldes-carretera de Sevilla (en sentido Sureste-Noroeste). Como puede observarse en el plano de Utrera se distinguen dos partes, separadas por un eje en sentido Oeste-Este formado por las calles Vía Marciala-Fuente Vieja-Mujeres-Los Molares. Al Sur se ubica el núcleo original de la ciudad antigua y amurallada de origen musulmán, mientras que al Norte se extiende la ciudad más reciente que desbordó el muro y los nuevos trazados del siglo XX.
En cuanto a la primera, la ciudad originaria, se caracteriza por su trama radial y estructura irregular cuyo foco es la plaza Santa Ana donde se encuentra los restos del castillo medieval y algún lienzo de muralla por la calle Fuente Vieja que, junto con la de las Mujeres, lo delimita por el Norte, mientras que la avenidas de San Juan Bosco (al Este) y del Matadero y de los Afligidos (por el Suroeste) constituyen sus otros límites. Las plazas y calles de mayor relevancia son las de Santa Maria, Altozano, Constitución y Enrique de la Cuadra entre las primeras; y las de Doña María de Perea, de la Plaza y San Fernando con un trazado radial, confluyendo en la mencionada plaza de Enrique de la Cuadra, centro geográfico del núcleo histórico.
Desde mediados del siglo XX la presión demográfica desborda el centro histórico y la ciudad de Utrera se extiende en primer lugar en los bordes Sur (aparecen las barriadas de La Paz y La Piñeira en torno a la Plaza de Toros al Sureste; y las de El Tinte y Los Remedios, junto al parque del mismo nombre, al Suroeste). Sin embargo, el mayor crecimiento será, principalmente, en dirección Norte y Este. En primer lugar los ensanches aparecen a lo largo de las avenidas Maria Auxiliadora, Abades y Abate Marchena (de Este a Oeste). En ésta última se sitúa la estación de ferrocarril cuyo tendido va a formar un nuevo muro para la expansión urbana hasta hace poco, cuando aparecen las barriadas de La Fontanilla, La Gordilla y la de Los Dolores, en dirección a Carmona. Más al Norte, el trazado de las calles se torna perpendicular formando barriadas de manzanas regulares (Exportadora, San Joaquín o Torrecruz). Por su parte, en dirección Este (hacia Écija) la ciudad se expande a ambos lados de las avenidas del Ejército, Juan XXIII y el Parque de Consolación en urbanizaciones como la de San Sebastián, El Pastorcito o El Junquillo.
Sobre la torre andalusí se edifica un castillo en el siglo XIII, reconstruido a finales del siglo XIV y recuperado hace poco (restaurante, teatro, actividades culturales) tras un largo periodo de abandono, destacando la Torre del Homenaje y la plaza de Armas. Quedan restos de murallas, sobre todo una de las puertas, el Arco de la Villa. El estilo mudéjar abunda en Utrera, especialmente en el Santuario de la Consolación (sede de la patrona, bien conocida hasta en Latinoamérica); y artesonados de raíces andalusíes se hallan en el convento de la Concepción, el hospital de la Misericordia y algunas casas palaciegas. El gótico, poco frecuente en Andalucía, puede verse en las parroquias de Santiago, (XIV-XVI) con portada mudéjar, y de Santa María de la Mesa (aunque ya transición al Renacimiento) de esbelta torre, visible desde parte de la ciudad, en un entorno de casas solariegas. Ambos están declarados como monumento histórico artístico. Del siglo XVI son la iglesia del Carmen, la capilla de San Bartolomé, la ermita de Jesús, el hospital de la Resurrección, donde se hallan los sepulcros de los Ponce de León, y el antiguo cuartel de Caballería. En la centuria siguiente se construye la iglesia de San Francisco y del siglo XVIII son las de la Trinidad, los Dolores (uno de los pocos ejemplos del barroco andaluz en Utrera), convento de la Cruz, el antiguo palacio de Villahermosa (Casa Consistorial), y otros palacios (Casa de Cultura).
A pesar de las demoliciones, quedan casas palaciegas dispersas por la ciudad (Román, Meléndez, Riarola, Surga...) y torres de molinos aceiteros (calles de Mujeres, Ponce de León, Molares, Sacramento, Preciosa...). Numerosas Guías señalan calles de "señorial perfil andaluz" (Santa Brígida, Plaza, Marqués, Bohórquez...), plazas (Altozano, Bacalao...) y otros lugares: El Niño Perdido (antigua Judería con Sinagoga), Resolana...
La gastronomía utrerana presenta unos dulces típicos (los mostachones y la bizcotela, de origen andalusí), mientras que a las fiestas y celebraciones más generales (Semana Santa, Corpus?) se añaden las específicas de la feria de Consolación, la romería de Fátima y los potajes flamencos. En esta ciudad hay bastante afición al cante jondo, destacando las hermanas Fernanda y Bernarda de Utrera * , al igual que en el teatro andaluz sobresalen los hermanos Álvarez Quintero * . En la pedanía del Palmar de Troya se halla el templo de la Orden de la Santa Faz, escindida de la ortodoxia católica.
Economía y población. El municipio de Utrera, cabecera comarcal del Valle Bajo del Guadalquivir, junto con Lebrija, tiene una población de 48.222 h. en el año 2006, repartida entre el núcleo principal y una treintena de entidades de población, muchas de ellas creadas por el Instituto Nacional de Colonización. Por su volumen demográfico destacan: El Palmar de Troya (2.505 h.), Trajano (985 h.), Guadalema de los Quinteros (435 h.), El Vicario (456 h.), Pinzón (402 h.), Doña Jacinta (188 h.), el Comodoro (151 h.), Aguardientera (145 h.), Casas Cerros (115 h.), Carreteras de las Alcantarillas (92 h.).
La gran extensión superficial de su término municipal (679 km 2 ) hace que la densidad de población sea baja (71,01 h./km 2 ). Desde los años noventa del siglo XX, la dinámica demográfica es positiva, reduciéndose la emigración que se produce en los años ochenta, principalmente, a Sevilla capital. Además, es el resultado de una estructura por edad muy joven (24,28% de la población es menor de 20 años frente al 12,64% de población mayor de 65 años). Mientras que la población extranjera sólo representa el 1,27% del total, donde la principal colonia es la marroquí.
Utrera es municipio agrícola, con una renta media declarada de 13.062 euros en 2004, por debajo de la media andaluza (14.838 euros). La agricultura está bastante diversificada, con una gran variedad de cultivos, principalmente cereales (46.146 ha dedicadas a herbáceos, de las cuales 16.753 se dedican a trigo y 5.505 algodón). El tradicional olivar (aceituna de mesa) retrocede y ocupa, a principios del siglo XXI, unas 5.865 ha (2.740 en regadío y 1.798 en secano) y también lo ha hecho la superficie dedicada a cultivos industriales como algodón y remolacha. Por el contrario, aumenta la de cítricos, legumbres, hortalizas, tubérculos, girasol; especialmente la superficie de invernaderos, más de 150 en explotación, que producen, principalmente, hortalizas y flor cortada.
Asimismo, por sus pastos y clima, es importante la ganadería del toro de lidia, caballos, gallos ingleses y ganado vacuno. Destacan las explotaciones agrícolas El Pinganillo y el Torbiscal, de la familia Guardiola; la SAT 'La Tenienta', primera instalación biológica de productos del campo; y la importancia del matadero comarcal, que tiene una media de sacrificio semanal de 120 cabezas de vacuno y 150 de porcino. Además, en torno a las actividades agrícolas nacen grandes empresas de comercialización. Entre ellas sobresalen Hortonatura (exportadora de zanahorias) y Promociones Agrícolas del Campo, S.A., gran planta hortofrutícola, dedicada, fundamentalmente, a los cítricos y el melocotón.
Por otra, el desarrollo industrial comienza en la década de los sesenta, principalmente con transformación de productos agrarios, los derivados del olivo (la aceituna de mesa, sobre todo las famosas gordales), y que todavía algunas de ellas perviven: Agroacitunera, Esa, etc. En las últimas décadas, surgen otras industrias, muchas de ellas bastante innovadoras, de diversos sectores: la confección (Celop y Germans), el sector de la limpieza y perfumería (Agerul), construcciones metálicas (Euconsa, filial de Abengoa); de material de transporte (planta de Protec Fire, filial del grupo Iturri), maquinaria agrícola (Indutrias ML); bebidas (Utrerana de Bebidas Carbónicas); además de la tradicional industria de fabricación de dulces, sus famosos mostachones.
El sector terciario cubre las necesidades de consumo del municipio, junto con las actividades derivadas de la gestión municipal y comarcal. Principalmente, predomina el pequeño comercio, aunque se están implantando grandes hipermercados. Por otra parte, se localizan fuertes empresas de comercialización como Ayala en el sector de la alimentación, distribuidoras de confección, de material de audio, sonido y vídeo, etc; y empresas de servicios avanzados como Sevillana de Desarrollos Tecnológicos, que funciona como un departamento de I+D para las Pymes. [ Gabriel Cano / Francisca Ruiz Rodríguez / Ángel Luis Lucendo Monedero ].
|